Muchas han sido las veces que me he encontrado con el nombre de Yoko Ogawa desde que navego por este mar que es la blogosfera . Tantas reseñas positivas de sus libros no podían ser casualidad así que decidí leer una de sus obras. Me decidí por La fórmula preferida del profesor y espero que éste sea el comienzo de una bonita amistad con esta autora.
Ficha técnica
Título: La fórmula preferida del profesorAutor: Yoko Okawa
Editorial: Funambulista
Formato: 14 x 18 cm.
Encuadernación: Tapa blanda
PVP: 13,95 €
Año publicación en España: 2008
ISBN: ISBN: 978-84-96601-37-6
Número de páginas: 308
Género: Narrativa
ISBN: ISBN: 978-84-96601-37-6
Número de páginas: 308
Género: Narrativa
Sinopsis
En La fórmula preferida del profesor se nos cuenta delicadamente la historia de una madre soltera que entra a trabajar como asistenta en casa de un viejo y huraño profesor de matemáticas que perdió en un accidente de coche la memoria (mejor dicho, la autonomía de su memoria, que sólo le dura 80 minutos). Apasionado por los números, el profesor se irá encariñando con la asistenta y su hijo de 10 años, al que bautiza «Root» («Raíz Cuadrada» en inglés) y con quien comparte la pasión por el béisbol, hasta que se fragua entre ellos una verdadera historia de amor, amistad y transmisión del saber, no sólo matemático…
Opinión
La memoria de este viejo profesor de matemáticas del que nos habla el título de la novela dejó de acumular recuerdos en 1975. Desde entonces sólo tiene 80 minutos de autonomía.
Tratar con una persona que en menos de hora y media se ha olvidado de quien es su interlocutor, o por qué está con él, qué ha desayunado por la mañana o si se ha lavado los dientes no debe ser muy fácil. Quizá por eso la novena asistenta se acaba de despedir.
La décima asistenta que llegará al pabellón donde vive el profesor confinado por su cuñada, será diferente a las demás. Madre soltera de un niño de diez años, al que el profesor llamará Root (raíz cuadrada), cuando se encuentra con un anciano hosco e irritable buscará formas de comunicarse con él. Pronto descubrirá que cuando el profesor se siente confuso sufre especialmente y que entre conceptos matemáticos y fórmulas es como más seguro y capaz de dominar la situación se siente por lo que decide que las matemáticas serán la vía de comunicación entre ambos.
Lo que más nos llama la atención al conocer al profesor es su aspecto un poco estrafalario, lleno de imperdibles donde coloca pequeñas anotaciones que sirven de guía a su memoria. Todos sus días son iguales y todos son inexorablemente olvidados. Como en el mito de Sísifo, cada día el profesor comienza una lucha perdida de antemano. Por las mañanas, al levantarse, ve la nota que más llama la atención en su chaqueta: "mi memoria solo dura 80 minutos". Confundido y desesperado tiene que hacer el esfuerzo de asimilar cada día su situación y continuar adelante. Su único refugio son las matemáticas, profesión a la que se dedicaba antes de su accidente.
Tratar con una persona que en menos de hora y media se ha olvidado de quien es su interlocutor, o por qué está con él, qué ha desayunado por la mañana o si se ha lavado los dientes no debe ser muy fácil. Quizá por eso la novena asistenta se acaba de despedir.
La décima asistenta que llegará al pabellón donde vive el profesor confinado por su cuñada, será diferente a las demás. Madre soltera de un niño de diez años, al que el profesor llamará Root (raíz cuadrada), cuando se encuentra con un anciano hosco e irritable buscará formas de comunicarse con él. Pronto descubrirá que cuando el profesor se siente confuso sufre especialmente y que entre conceptos matemáticos y fórmulas es como más seguro y capaz de dominar la situación se siente por lo que decide que las matemáticas serán la vía de comunicación entre ambos.
Lo que más nos llama la atención al conocer al profesor es su aspecto un poco estrafalario, lleno de imperdibles donde coloca pequeñas anotaciones que sirven de guía a su memoria. Todos sus días son iguales y todos son inexorablemente olvidados. Como en el mito de Sísifo, cada día el profesor comienza una lucha perdida de antemano. Por las mañanas, al levantarse, ve la nota que más llama la atención en su chaqueta: "mi memoria solo dura 80 minutos". Confundido y desesperado tiene que hacer el esfuerzo de asimilar cada día su situación y continuar adelante. Su único refugio son las matemáticas, profesión a la que se dedicaba antes de su accidente.
"Es igual de difícil expresar la belleza de las matemáticas que
explicar por qué las estrellas son hermosas"
A través de los momentos cotidianos, pequeñas anécdotas del día a día, Yoko Ogawa nos permite asistir al nacimiento de un fuerte vínculo de admiración y cariño entre estos tres personajes. El profesor será para Root la figura paterna que nunca ha tenido y él para el profesor alguien a quién poder proteger cuando él mismo se siente desprotegido. Para la asistenta el profesor es un elemento que une y refuerza la coherencia de la relación entre ella y su hijo. Ambos, por su parte, tratarán de que el profesor tenga nuevas experiencias que recordar, aunque al final sólo queden en una nota ajada en la solapa de su chaqueta.
Las matemáticas, como vemos, son el eje que vertebrará la relación entre los personajes. Una relación que, como en la Identidad de Euler, integra a los elementos más interesantes e importantes de la disciplina. El profesor, la asistenta y su hijo Root son como el número e, el número π, la unidad imaginaria i, el 1 y el 0: piezas fundamentales de las matemáticas juntas y relacionadas en una fórmula de gran belleza.
Las matemáticas, como vemos, son el eje que vertebrará la relación entre los personajes. Una relación que, como en la Identidad de Euler, integra a los elementos más interesantes e importantes de la disciplina. El profesor, la asistenta y su hijo Root son como el número e, el número π, la unidad imaginaria i, el 1 y el 0: piezas fundamentales de las matemáticas juntas y relacionadas en una fórmula de gran belleza.
Yoko Ogawa ha conseguido que veamos las matemáticas de una forma diferente a como estamos acostumbrados en los institutos o las facultades. Nos ha mostrado su belleza y hemos aprendido cosas que quizá desconocíamos de ellas. Nos ha transmitido el amor por esta disciplina y nos ha hecho encariñarnos con este viejo profesor de matemáticas cuyos recuerdos caben en una caja de galletas.
Me gustó mucho este libro, el estilo de Yoko Ogawa y cuando lo acabé, recuerdo que estuve varios días buscando números primos en todas partes. Es curioso.
ResponderEliminarBesos
Si, es curiosa la forma de tratar los números que tiene el profesor, hace que los veas más cercanos.
EliminarBesos
Tengo muchas ganas de leer este libro, con tu reseña más y más todavía!! besillos
ResponderEliminarTotalmente recomendable, Marilú. Te encantará seguro.
EliminarBesos
Me encantó este libro. Difícil no encariñarse de este profesor de matemáticas. Da igual que te gusten o no las mates, este libro se disfruta de todas formas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es un personaje entrañable, menos mal que le quedaban las mates...
EliminarBesos
Me pasa como a ti, la blogosfera está llena de referencias a la obra de esta autora y todos dicen que este libro es el mejor, así que yo tampoco pude evitar el influjo de la japonesa y ya tengo La fórmula... que espero leer este mismo mes. Besos.
ResponderEliminarEspero tus impresiones, Rebeca, seguro que te gustará.
EliminarBesos
Pues me lo apunto para ahora que estoy en plena época japonesa. Oigo mucho hablar de esta autora. Besos.
ResponderEliminarYo no la conocía y como por la blogosfera te enteras de tantas cosas... Gracias que la descubrí porque ha sido un acierto.
EliminarBesos
Deliciosa novela... como todo lo de Ogawa, añadiría yo.
ResponderEliminarBesos,
Ya te contaré cuando lea más de ella, Carmen. De momento me ha encantado.
EliminarBesos
Tengo que ponerme ya con Ogawa, que esto es imperdonable... Aún no he leído nada de él.
ResponderEliminarUn beso
Pensaba que tu habrías leído algo de ella, es mujer ;-). Tienes que ponerle remedio, creo que te gustará.
EliminarBesos
Creo que yo también voy a empezar a leer a Ogawa y lo haré con esta novela que me has llamado la atención sobre ella.
ResponderEliminarUn beso!!
Carla, espero que te guste. Yo me decidí porque había visto muchas reseñas positivas, y he comprobado que tenían razón.
EliminarBesos
Lo lei hace unos meses y me encantó, es una historia preciosa y te hace ver las matemáticas de otra manera, el personaje del profesor es entrañable, una lectura muy buena
ResponderEliminarbesos
Una lectura y un personaje de esos que se quedan contigo mucho tiempo.
EliminarBesos
Pues yo me he estrenado con esta autora ya ,pero con otro título "la piscina", espero comentarlo en breve. Este de la fórmula ya lo tengo, espero leerlo en breve. Un besote!!
ResponderEliminarGenial, estaré atenta a tu reseña a ver si este nivel se mantiene en sus demás novelas.
EliminarBesos
ahhh yo quise leerlo cuando Isi hizo una lectura conjunta y ¡para entonces no encontré el libro en casa! y como sabía que ya lo tenía,no lo quise volver a comprar. Y sigue perdido. Pero cuando lo encuentre lo leo, seguro ;)
ResponderEliminar¡gracias por la reseña!
Ale.
La verdad que es un libro estupendo, yo lo había leído antes de la conjunta que se hizo y lo volví a releer animada por las reseñas.
ResponderEliminarUna gran elección.
Besos
Otra reseña positiva más de este libro de Yoko Ogawa. De ella solo leí La piscina, trama que nada tiene que ver con esta, que parece ser que es la novela de esta autora que más gusta. Por algo será. Habrá que tenerla en cuenta. Saludos.
ResponderEliminar