Autor: William Goldman
Título: La princesa prometida
ISBN: 978-84-270-3972-8
Páginas: 384
Erase una vez una joven que despertaba a la vida. Estaba deseando amar y ser amada por primera vez. Un buen día se cruzó en su camino una película, no recuerdo cómo ni dónde, sólo recuerdo que le hizo soñar con amistades sinceras, príncipes azules, amores verdaderos. Porque, como todo el mundo sabe
"el amor verdadero es lo mejor del mundo, después de los caramelos para la tos".
Esa película no era otra que
La princesa prometida, de Rob Reiner y es obvio decir que esa joven era yo y que me maravilló tanto esta historia que nunca me decidí a leer el libro por miedo a que éste me decepcionase. Para quienes no hayáis visto el film de 1987 os diré que a los que nos pilló en edad adolescente nos enamoró el joven Westley y su "
como desees", nos enterneció el simplón de Fezzik encarnado por la estrella de la lucha libre André el Gigante y estábamos deseando que Iñigo pudiese vengar a su padre diciendo al malvado de seis dedos aquella mítica frase: "
Hola, me llamo Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre. Prepárate a morir". Quizá lo mejor de esta obra sean sus personajes, pero primero veamos de qué va.
En una granja del reino de Florin viven la bella Buttercup y Westley, su mozo de caballerizas. Buttercup se muestra siempre estúpida e impertinente con el joven, quien a todas sus órdenes y desplantes contesta un "como desees", que en realidad para él significa "te amo". Cuando Buttercup se da cuenta de que ella corresponde a su amor, Westley parte a buscar fortuna a América con la promesa de volver cuando haya hecho fortuna. La noticia de que Westley ha muerto a manos del temible pirata Roberts hace que Buttercup acceda a casarse con el príncipe Humperdink, heredero del trono de Florin, aunque dejándole bien claro que ella jamás le amará. Pero Buttercup es secuestrada días antes de la boda por tres asesinos a sueldo. Sólo un misterioso encapuchado logra seguir a los malhechores ¿podrá salvar este enigmático personaje a la princesa?.
Este es el punto de partida de La princesa prometida. Y no os cuento más porque quiero que leáis el libro. A los que habéis visto la película deciros que el guión, realizado por el propio Goldman, es totalmente fiel a la novela, salvo en algunas localizaciones omitidas (el Zoo de la Muerte) y en un detalle del final que más tarde comentaré.
Una princesa corta de luces, un héroe inmovilizado, un temible y misterioso pirata, un conde malvado de seis dedos, un milagroso falto de autoestima, una bruja comprensiva, un gigante bobo, un espadachín español con ansias de venganza, un obispo gangoso, un rey en las últimas... Los personajes de La princesa prometida son inolvidables, atípicos, geniales. Y creo que en ellos radica parte de su éxito, porque no es la historia de amor y aventuras a la que estamos acostumbrados, no es el típico héroe al uso ni la clásica damisela en apuros. "Esgrima. Lucha. Torturas. Venenos. Amor verdadero. Odio. Venganzas. Gigantes. Cazadores. Hombres malos. Hombres buenos. Las damas más hermosas. Serpientes. Arañas. Bestias de todas clases y aspectos. Dolor. Muerte. Valientes. Cobardes. Forzudos. Persecuciones. Fugas. Mentiras. Verdades. Pasión. Milagros". Estos son los ingredientes que hacen de La princesa prometida una obra completa.
Cuenta Goldman que
La princesa prometida es el libro que su padre le leía para tranquilizarlo durante una convalecencia en cama. Escrita por el autor florinés S. Morgernstern, a Goldman le gustó tanto que decidió abreviarla quitando las partes demasiado descriptivas de las que pecaba el original. Él mismo se encarga de aclararnos todo el proceso durante las muchas acotaciones que realiza a lo largo del libro. Este recurso consistente en fingir la existencia de un libro anterior sobre el que se basa el que tenemos entre las manos no es nuevo. Ya en el Quijote el historiador moro Cide Hamete Benengeli aparece como primer autor y Cervantes se presenta como un simple traductor y autor de unos poco capítulos. Esta
metaficción busca como objetivo dar más credibilidad al texto y os aseguro que William Goldman lo consigue. Sabemos de antemano que la historia de Westley y Buttercup es pura fantasía pero en algunos momentos el autor nos hace dudar de su autoría dándonos detalles, algunos reales otros inventados, de si lo que leemos es real o fruto de su imaginación. De su invención salen datos como la ubicación el reino de Florín, en centro Europa, sus cuitas legales con los herederos del verdadero autor o la participación de Stephen King en el proceso de adaptación del libro que continúa la historia. Pero también contribuye a esta sensación de no saber dónde empieza acaba la realidad y empieza la ficción el hecho de que el texto principal está salpicado de datos aparentemente sacados de la vida del propio William Goldman: nos habla de su faceta como guionista de películas como
Dos hombres y un destino,
Marathon Man o
Misery, de sus desencuentros con su mujer o de la obesidad de su hijo.
Pero el mérito de
La princesa prometida no consiste solamente en el engaño al que nos conduce el autor. La historia en sí es como un cuento de hadas pero mejor, porque las cosas no siempre salen bien, los personajes no son infalibles, ni perfectos. Hay amor, pero sin ñoñerías. Hay luchas, con dolor. Hay muertes, sorprendentes. Hay magia, faltaría más. Hay humor pero también hay llanto.
- Westley, si me estás tomando el pelo, te mataré.
- ¿Cómo puedes soñar siquiera que te esté tomando el pelo?
- Es que no me has dicho que me quieres ni una sola vez.
- ¿Es todo lo que necesitas? Sencillo. Te quiero. ¿De acuerdo?
¿Quieres que te lo diga en voz más alta? Te quiero.
¿Quieres que te lo deletree? T, e, q, u, i, e, r, o.
¿Quieres que te lo diga al revés? Quiérote.
- Ahora sí me estás tomado el pelo, ¿verdad?
- Puede que un poco; hace mucho tiempo que te lo digo, pero tú no querías
escucharme. Cada vez que tú me decías "Muchacho, haz esto",
te parecía que yo te contestaba: "Como desees", pero era porque no me oías bien.
"Te quiero" era lo que en realidad te decía, pero tú nunca me escuchaste, jamás.
Aunque hay, a mi juicio una parte que le sobra a esta novela. Tras el final de la novela, por cierto algo más amargo que en la película, se incluye el primer capítulo de la segunda parte titulado
El bebé de Buttercup. ¿Por qué sólo el primer capítulo? El autor se dedica durante unas cuantas páginas a explicárnoslo. Según él, acordaos que es un liante de siete suelas, el segundo libro está escrito pero sólo tenía permiso para compilar el primer capítulo. Pues bien, todo esto sobra. Este capítulo estorba en su mayoría. Si el autor quería hacer una continuación podía haberla hecho. Completa. A los fans de esta novela nos gustaría saber cómo siguen las vidas de los protagonistas, vivir más aventuras junto a ellos. Incluso en este primer capítulo hay escenas memorables, como la del torbellino que lleva a la isla del Único Árbol. Pero Goldman nos deja con más incógnitas que respuestas, no cierra nada, no explica mucho. Se queda cojo. Nos deja con ganas de más. Pero quizá ésa era su intención.
Gracias a
Martínez Roca por facilitarme el ejemplar.
Reseña publicada en
Momentos de silencio compartido.