Título: Za Za, emperador de Ibiza
Autor: Ray Loriga
Editorial: Alfaguara
Año edición: 2014
ISBN: 9788420475103
Páginas: 216
Miedo me daba estrenarme con este autor. Sabía que su manera de escribir no es muy usual y dudaba que mis gustos encajaran bien con esa parquedad de adjetivos y esas descripciones tan concisas y superficiales propias del realismo sucio, movimiento al que se suele asociar al autor. Me gusta que se creen ambientes y se sugieran cosas pero me parecía tan difícil lograrlo con la mínima expresión que al fin la curiosidad venció al miedo y, gracias a la generosidad de Trescatorce, la administradora del blog Rock & Roll Dreams, pude hacerme con un ejemplar. No sé si el autor bebe o no de esa corriente literaria antes citada, no he leído tanto como para poder identificarlo, pero sí que me he encontrado con una voz narativa muy particular que impacta por su precisión y estética minimalista. Za Za, emperador de Ibiza realmente me ha sorprendido. Me ha convencido esa capacidad para contextualizar la narración y para provocar en el lector el estado de ánimo idóneo para abordar la lectura. Porque para leer esta novela debemos liberarnos de prejuicios e ir dejándonos sorprender por el devenir de la historia.
Zacarías Zaragoza Zamora, alias Za Za, es un dealer retirado, lo que viene a ser un camello pero con un poco más de caché. Ahora lo único que quiere es disfrutar tranquilo de su retiro en Ibiza, sin destacar, pasando desapercibido a los ojos del resto del mundo. Un buen día empiezan a sucederse en torno a él inexplicables casualidades que ni el protagonista ni el lector sabremos relacionar: ZAZA también es el nombre de un gigantesco yate de lujo que aparece amarrado en el puerto así como el de una nueva droga que otorga una felicidad completa sin causar daños físicos ni mentales. Y Za Za de repente se ve envuelto en un embrollo que no comprende pero que le convierte sin comerlo ni beberlo en el futuro emperador de la isla.
Más allá de la aparente superficialidad de sus personajes o situaciones lo que realmente importa en Za Za, emperador de Ibiza es la historia en sí, una atípica historia con mucho más trasfondo del que podemos adivinar a echando un simple vistazo a la sinopsis. Lo que Ray Loriga nos plantea en esta novela es una especie de juego en el que el lector ve cómo los protagonistas se dejan llevar por una voluntad superior que los maneja a su antojo hacia de la liberación de sus impulsos reprimidos o sus propensiones más ocultas. Y mientras el autor juega con los personajes y con nosotros por el camino se divierte ironizando sobre los recortes del Gobierno, sobre la moda en general y la ibicenca en particular, los medios de comunicación sensacionalistas, las ansias de independencia territorial, el espionaje industrial, la industria de la diversión y todo lo que se le ponga por delante.
La sensación que he tenido al leer Za Za, emperador de Ibiza es la de estar presenciando un gran despropósito, como si alguien bajo los efectos de la misma droga a la que se alude en el libro se entretuviese en confundir a los personajes y al lector. Durante toda la lectura he ido un poco perdida, como el protagonista, pero decidida a dejarme llevar yo también y ver dónde me quería llevar Loriga. Creo que eso es lo que buscaba el autor y por supuesto que lo consigue. El tono pretendidamente difuso en el que está narrada la novela y la escritura sin guiones en los diálogos, con frases cortas y contundentes, crean un estado casi de ansiedad en el lector que sigue sin calmarse cuando llegamos al final que dota a todo de un sentido. El desenlace es realmente inquietante, un gran final aunque más o menos previsible, que da mucho que pensar o reflexionar y, para mí, ha salvado una lectura que me tenía turbada. Repetiré con Loriga, me ha dejado con ganas de más.
Zacarías Zaragoza Zamora, alias Za Za, es un dealer retirado, lo que viene a ser un camello pero con un poco más de caché. Ahora lo único que quiere es disfrutar tranquilo de su retiro en Ibiza, sin destacar, pasando desapercibido a los ojos del resto del mundo. Un buen día empiezan a sucederse en torno a él inexplicables casualidades que ni el protagonista ni el lector sabremos relacionar: ZAZA también es el nombre de un gigantesco yate de lujo que aparece amarrado en el puerto así como el de una nueva droga que otorga una felicidad completa sin causar daños físicos ni mentales. Y Za Za de repente se ve envuelto en un embrollo que no comprende pero que le convierte sin comerlo ni beberlo en el futuro emperador de la isla.
Más allá de la aparente superficialidad de sus personajes o situaciones lo que realmente importa en Za Za, emperador de Ibiza es la historia en sí, una atípica historia con mucho más trasfondo del que podemos adivinar a echando un simple vistazo a la sinopsis. Lo que Ray Loriga nos plantea en esta novela es una especie de juego en el que el lector ve cómo los protagonistas se dejan llevar por una voluntad superior que los maneja a su antojo hacia de la liberación de sus impulsos reprimidos o sus propensiones más ocultas. Y mientras el autor juega con los personajes y con nosotros por el camino se divierte ironizando sobre los recortes del Gobierno, sobre la moda en general y la ibicenca en particular, los medios de comunicación sensacionalistas, las ansias de independencia territorial, el espionaje industrial, la industria de la diversión y todo lo que se le ponga por delante.
"¿De veras piensan pedir la independencia?
De veras que sí.
Pero ¿creen que eso es posible?
En realidad no, pero entre los tecnicismos constitucionales, trámites legales, consultas populares, protestas de grupos mayoritarios, contraprotestas de grupos minoritarios, intervención del Gobierno central, obispos, misas, dogmas, cantautores, colectivos gays, lesbianas, integristas verdes, los panolis del carril bici y demás fanfarrias sociopolíticas, el proceso se hará eterno y más en esta isla en la que a nadie le importa un carajo la política, la ley, las bicicletas o la independencia..."
La sensación que he tenido al leer Za Za, emperador de Ibiza es la de estar presenciando un gran despropósito, como si alguien bajo los efectos de la misma droga a la que se alude en el libro se entretuviese en confundir a los personajes y al lector. Durante toda la lectura he ido un poco perdida, como el protagonista, pero decidida a dejarme llevar yo también y ver dónde me quería llevar Loriga. Creo que eso es lo que buscaba el autor y por supuesto que lo consigue. El tono pretendidamente difuso en el que está narrada la novela y la escritura sin guiones en los diálogos, con frases cortas y contundentes, crean un estado casi de ansiedad en el lector que sigue sin calmarse cuando llegamos al final que dota a todo de un sentido. El desenlace es realmente inquietante, un gran final aunque más o menos previsible, que da mucho que pensar o reflexionar y, para mí, ha salvado una lectura que me tenía turbada. Repetiré con Loriga, me ha dejado con ganas de más.
"El infierno, al fin y al cabo, no es más que el eterno segundo que uno pasa en el lugar
que uno cree que le corresponde. Y en ese lugar vivimos todos.