lunes, 17 de febrero de 2014

"Los años de peregrinación del chico sin color" de Haruki Murakami


Título: Los años de peregrinación del chico sin color
Autor: Haruki Murakami
Editorial: Tusquets
Año edición: 2013
ISBN: 978-84-8383-744-3
Páginas: 320




En cuanto publican una nueva novela de Murakami tengo claro que será una de mis próximas lecturas. Este autor siempre me sorprende con cosas nuevas pero sin perder ese toque, esa esencia, que le caracteriza y que hace que sus historias sean claramente identificables. Es por esto que saber que voy a reencontrarme con Murakami me sume en un estado de excitación y de impaciencia por zambullirme en el torbellino de sensaciones que transmiten esas historias suyas casi hipnóticas. Y esta vez no ha sido distinta. En Los años de peregrinación del chico sin color se me ha revelado un Murakami menos onírico que en anteriores novelas, aparentemente (sólo aparentemente) más convencional pero que no pierde de vista esos rasgos que caracterizan su literatura. Y no es que en esta novela no aparezcan esos sueños, esos momentos en los que realidad y ficción llegan a confundirse sino que en este caso el peso de esos pasajes no es tanto en relación al resto de la trama.

Vuelve a ser protagonista de la historia un joven soltero, Tsukuru Tazaki, que trabaja diseñando estaciones de tren. A Tsukuru siempre le han atraído las estaciones, con su trasiego de pasajeros, las señales de partida de los trenes, la gente despidiéndose en los andenes. Es quizá éste el rasgo más característico de un chico que se define a sí mismo como "anodino" y a su vida como "desvaída". Tsukuru se encuentra en un momento peculiar y transcendental en su vida, ha empezado a salir con una chica, Sara, pero ésta le pide que aclare un episodio traumático de su adolescencia para poder avanzar él mismo y también en su relación. Este acontecimiento de su pasado no es otro que el rechazo que sufrió por parte de sus amigos del instituto en su pueblo natal, Nagoya. Antes de irse a Tokyo para cursar sus estudios universitarios, Tsukuru formaba parte de un grupo de cinco amigos, tres chicos y dos chicas, fuertemente unido que, de la noche a la mañana, le dio la espalda sin ninguna explicación. La separación física y emocional de sus amigos fue un hecho que Tsukuru acató sin hacer preguntas pero que  le llevó a tal desesperación que incluso deseó morir.

"Durante los cinco meses posteriores a su regreso a Tokio, Tsukuru vivió a las puertas de la muerte. Su vida pendía de un hilo, y le parecía que, con sólo darse la vuelta en la cama, 
caería en un abismo, en un vacío. Pero no tenía miedo. Tan sólo pensaba cuán simple sería caer.
Hasta donde alcanzaba su vista, todo se le antojaba un páramo rocoso. Ni una sola gota de agua, ni la más pequeña brizna de hierba. Había desaparecido todo color, cualquier cosa semejante a 
la luz".


Desde entonces Tsukuru se ha sentido algo alienado, un sentimiento que ya tenía cuando pertenecía al grupo por el hecho de no compartir una curiosa característica con sus cuatro amigos. Todos los apellidos de sus amigos incluyen un color en sus primeros ideogramas: Aka (rojo), Ao (azul), Shiro (blanco) y Kuro (negro). El rechazo que sufre acentúa ese sentimiento de exclusión, de no pertenencia a un grupo, que coincide con su llegada a Tokyo, una ciudad nueva para él donde no conoce a nadie y donde es muy fácil pasar inadvertido. Sólo la aparición en su vida de Fumiaki Haida, (otra vez alguien con un color en su nombre, ahora el gris), un joven que pasará por su vida dejándole más interrogantes que certezas, devolverá algo de normalidad, de color, a la vida del joven protagonista.


Y no os cuento más del argumento porque quiero que lo descubráis vosotros mismos. Que acompañéis a Tsukuru en su viaje por recuperar su pasado para poder mirar al futuro, por encontrar respuestas para cerrar heridas largamente abiertas. Murakami nos habla de temas que a todos nos afectan de una manera u otra, de encajar piezas en nuestras vidas, de deshacer nudos, de morir para poder renacer, de encontrar esa estación de destino donde poder echar raíces, de las bonitas relaciones que poco a poco van destiñiéndose hasta desaparecer o del descubrimiento de la percepción que de nosotros tienen los demás. Todo ello, siendo fiel a sí mismo, articulado por una base musical que esta vez tiene como tema principal "Le mal du pays" de Listz, que impregna las páginas de una tristeza serena y cargada de aflicción. Evoca esta pieza nostalgia por los tiempos pasados, melancolía por las ocasiones perdidas, pesar por las posibilidades desbaratadas. Unos sentimientos que conjugan muy bien con los del protagonista y que logran traspasar las páginas para encogernos el corazón y remover nuestras propias conciencias. 

"En ese momento, por fin lo acepó. En lo más profundo de sí mismo, Tsukuro Tazaki lo comprendió: los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la verdadera armonía".