martes, 31 de diciembre de 2013

"Sólo un pie descalzo" de Ana María Matute



Título: Sólo un pie descalzo
Autor: Ana María Matute
Editorial: Destino
Año edición: 2013
ISBN: 978-84-233-4630-1
Páginas: 272



Para despedir 2013 traigo a este rinconcito mío con dos lunas una de las mejores lecturas de este año: Sólo un pie descalzo, de Ana María Matute.  Un cuento tierno y lleno de fantasía, aunque no falte el dolor y la soledad. 
 
 

Ediciones Destino ha tenido la magnífica idea de rescatar los cuentos infantiles que esta genial autora escribiera hace décadas. Además del que hoy reseño han publicado: El saltamontes verde, Paulina y El aprendiz, y quedan por publicar: Caballito loco, El país de la pizarra,  El polizón de Ulises, El verdadero final de la Bella Durmiente y Carnavalito.

Yo descubrí a Ana María Matute en mi adolescencia, cuando Olvidado rey Gudú me enseñó que la fantasía también puede servir como instrumento para transmitir un mensaje y que no siempre es simplemente el entretenimiento por el entretenimiento. Pero ojalá alguno de sus libros hubiese caído antes en mis manos. Ojalá hubiese leído Sólo un pie descalzo cuando era niña porque el cuento que he leído hace unas semanas seguramente sería diferente del que leyera en la infancia. Y es que lo que escribe Ana María tiene esa grandeza, que va cambiando a la vez que lo hace el lector. La niña que fui hubiese leído un cuento en el que una chiquilla con la extraña habilidad de perder siempre un zapato encuentra la llave a un mundo de fantasía y de comprensión en el que vive extraordinarias experiencias. Quizá entonces me hubiese quedado con eso, pero la niña que soy ahora puede ver detrás de la ternura del relato la crueldad hacia los que son diferentes, la soledad a la que abocamos a los que creemos distintos y que terminan creyéndoselo a base de oírlo, el problema que supone el no encajar en una sociedad y la tristeza que eso causa.


"Para que las cosas sean ciertas, tienes que creerlas -dijo él- . De lo contrario, todo desaparece. Ahora, dime : ¿estás dispuesta  a visitar alguna región del País del Pie Descalzo?"

Gabriela, la protagonista de este relato, es una niña que invariablemente pierde un sólo zapato, los demás niños, e incluso los adultos, la ven como un bicho raro. Pronto encuentra protección en los cuentos y en las historias que ella misma crea, vive y maneja a su antojo. Y será un libro el que le sirva de pasaporte hacia el País del Pie Descalzo, un lugar donde van los objetos "mal calzados", aquellos que por falta de alguna pieza consideramos que ya no nos sirven.

"Cuando ya no quedaba ninguna niña en la clase llamada Aula Primera,
Gabriela descubrió por primera vez un mundo ancho, libre y hermoso
que se llamaba LIBROS DE CUENTOS. Y en ellos empezó a vivir,
dentro de sus páginas y sus ilustraciones,
 ya que en el mundo corriente la rechazaban por todas partes."

Qué mejor refugio que una buena historia y qué mejor amigo que un buen libro, como éste que hoy os traigo, para olvidarse por un momento de los problemas personales, de la crisis, de la corrupción, de la prima de riesgo y de la madre que la parió,  y dejarse llevar a un mundo en el que de la mano de un muñeco cojo bailaremos con el ocho al son que toca el siete manejando al seis como guitarra, viviremos el amor silencioso de la taza que perdió a sus compañeras por el orgulloso azucarero sin tapadera y muchas, muchas historias más que dejo que descubráis por vosotros mismos, a poder ser en la edición de Destino, cuidadísima, adornada con las preciosas ilustraciones de Albert Asensio. No lo lamentareis.

¡FELIZ 2014!





viernes, 20 de diciembre de 2013

'Legado en los huesos' de Dolores Redondo



Título: Legado en los huesos
Autor: Dolores Redondo
Editorial: Destino
Año edición: 2013
ISBN: 978-84-233-4745-2
Páginas: 560
 
 

Dice el refrán que segundas partes nunca fueron buenas, pero bien es verdad que los refranes no son verdades absolutas o universales y en ellos caben excepciones que "desmontan el chiringuito" (válgame la expresión). Dolores Redondo en Legado en los huesos ha conseguido superar las expectativas que tenía en esta continuación de El guardián invisible. Y lo ha hecho con una historia mucho más cohesionada, con una mayor profundización en la psique de los personajes y con una trama que invita más a la participación del que lee, evitando en mayor medida que en el libro anterior explicaciones no racionales y dando más protagonismo a los crímenes y investigación policial.

El brazo aparecía amputado desde el codo con un corte recto y sin titubeos, y la ausencia
de sangre permitía apreciar la redondez del hueso y el tejido seco a su alrededor.
Un tenso escalofrío recorrió el cuerpo de Amaia, fue un segundo durante el que todo
 el frío del universo se concentró en su espina dorsal, sacudiéndola
como una descarga eléctrica que le hizo retroceder espantada.

En esta ocasión el punto de partida de la novela se sitúa en el juicio a Jasón Medina, personaje que ya conocimos en El guardián invisible. Durante el proceso tiene lugar el aparente suicido del acusado, quien portaba una nota dirigida a la inspectora Salazar con una palabra por único mensaje. Tarttalo. Pronto Amaia sospechará que nada es lo que parece. Y es que esta nueva referencia mitológica dirigida precisamente a ella no puede ser casual. Como ya sucediera en El guardián invisible con el basajaun o la  diosa Mari en esta ocasión también aparecen personajes mitológicos de la zona del Batzán. El tartalo, según la mitología vasca, es un perverso y agresivo gigante de un sólo ojo que se alimenta de ovejas o carne humana y que controla a sus presas a través de un anillo y que por su significación llevará a Amaia a indagar lo que aparentemente es un claro caso de suicidio.
 
En principio de la novela no se anda con rodeos. Desde el primer momento la autora vuelve a meternos en faena, a sumergirnos en el trabajo policial, en la búsqueda de indicios, de pruebas, de sospechosos. Y esta vez Amaia no lo va a tener nada fácil porque muchas veces se guiará por su propio instinto, abriendo incluso casos que ya estaban cerrados por parte de las autoridades competentes. Vuelve a haber en esta ocasión dos investigaciones paralelas que tendrán mucho que ver entre sí aunque en un primer momento no lo parezca. Muchos serán los sospechosos y pocas las pistas que ayuden a esclarecer el caso. Una trama encajada perfectamente por la autora en la que nadie está libre de sospecha. La Iglesia, el Opus Dei, un psiquiatra desquiciado, maltratadores de mujeres e incluso un bloguero fascinado por el tema de los agotes son algunos de los hilos de donde Amaia deberá tirar para desenmarañar la madeja de estos crímenes atroces con tintes de venganza personal contra ella.
 
En lo personal, el personaje de Amaia tiene que lidiar con una suegra un tanto entrometida, armonizar sus horarios con los de los deberes de la maternidad, sobreponerse casi a una insubordinación en el trabajo o resolver si quiere entrar en el peligroso juego de la seducción. Como veis, va a estar muy ocupada nuestra protagonista. Pero, sobre todo, a Amaia le perseguirán de nuevo su pasado y sus miedos, un pasado del que ignora algunos pasajes y que supondrán un descubrimiento que hará que su entereza amenace con resquebrajarse. Porque el punto hasta donde puede llegar la maldad de la madre de Amaia aún puede sorprendernos.

Desde que era muy pequeña, había sabido que había algo que no iba del todo
bien en la cabeza de Rosario, del mismo modo que sabía que su madre lo controlaba
lo suficiente como para mantener la distancia con aquella tierra de nadie que las separaba
y que únicamente rebasaba durante la noche, cuando se inclinaba sobre su lecho,
tan loca como para amenazarla con comérsela, tan malvada como para disfrutar de su pánico,
tan cuerda como para hacerlo cuando nadie la veía.

Un argumento más sólido y una mayor profundización en la historia familiar de la protagonista son los aciertos de Dolores Redondo en esta gran segunda parte de la trilogía. Aún no entiendo el papel que juega Dupree en esta historia, pero espero que nos lo aclare en Ofrenda en la tormenta.



 
 
 
 

lunes, 16 de diciembre de 2013

"Tu rostro será el último", de Joao Ricardo Pedro


Título: Tu rostro será el último
Autor: João Ricardo Pedro
Editorial: Planeta
Año edición: 2013
ISBN: 978-84-08-03699-9
Páginas: 224





Tu rostro será el último es el debut literario de su autor, un parado portugués que debido a su situación de desempleo se encontró de forma inesperada con el tiempo suficiente para poner negro sobre blanco una historia que le rondaba por la cabeza. En realidad son pequeñas historias, anécdotas familiares que poco a poco, de manera no lineal y como si de un puzzle se tratara, van desvelando la estructura e idiosincrasia de una familia portuguesa a los largo de tres generaciones. Esta manera de narrar es una de las cosas que me ha cautivado del autor, y como a mi a muchísimos lectores que han convertido a Tu rostro será el último todo un fenómeno en el país vecino. Cómo vas descubriendo detalles que explican comportamientos anteriores, encajando piezas sueltas en una historia en la que algunas vidas tienen unos vínculos más fuertes de lo que podemos pensar. La sinceridad con la que escribe Joao Ricardo Pedro, la autenticidad y la poesía que rebosan algunos fragmentos hacen que esta sea una historia que merece la pena leer y disfrutar.
 
A lo largo de estas páginas pasan muchos personajes que han significado algo en la vida de la familia protagonista: Celestino, aquel muchacho de oscuro pasado al que el doctor Augusto Mendes puso su ojo de cristal; Policarpo, ese amigo viajero de don Augusto de quien recibe una carta anual, Indio, el chaval que dibujó un iceberg que permaneció ocho años colgado en la habitación de Duarte o el barbero Alcino, cuyas manos sólo paraban de temblar mientras ejercía su profesión y dejaba en sus clientes con la sensación de "haber sobrevivido a un desastre". Todos ellos, y muchos más, descritos con gran cariño por el autor, dotándolos de alma, algo sumamente difícil. 

"En el extremo opuesto de la mesa se encontraba Larau, cuyo ánimo, desde que nació, permanecía en constante estado de exaltación, ya fuera por las revoluciones, el billar a tres bandas o las procesiones del Sábado de Aleluya. Y la visión de la sopa humeando no sólo le abrió el apetito,
sino que también le soltó la lengua. Así, siempre que se mencionaba el nombre de Marcello Caetano, cosa que sucedía, por lo menos, cada tres minutos, Larau se empeñaba
en añadirle un majestuoso y sonoro epíteto:
- Cabrón, hijo de la gran puta. -A lo que le seguía, ante la severa mirada de doña Laura,  un arrepentido "que Dios me perdone", acompañado de la correspondiente señal de la cruz."
 
 
La Portugal profunda, la de los pueblos y aldeas que viven los acontecimientos del país como si pasaran a un mundo de ellos, sirve como telón de fondo para esta historia entrañable, de un médico de ideas progresistas que quiso formar su familia en un lugar tranquilo, de su hijo atormentado por las experiencias vividas en la guerra de Angola y de su nieto, un gran músico que empezó tocando un piano mudo y acabó odiando su don. Un historia escrita en un tono nostálgico pero sin tristeza, que nos describe travesuras de niños, anécdotas familiares o dramas personales salpicados todos ellos de una gran ternura y sentido del humor.

- ¿Puede ser esto Europa, mi querido Augusto? ¿La civilizada Europa de Newton, Lavoisier y Descartes?
A lo que el abuelo de Duarte respondía:
- A juzgar por las carreteras, por lo menos es de la Europa de Augusto.
 


La única pega que tengo que ponerle al autor es que haya dejado un final demasiado abierto, sin cerrar algunos interrogantes. Me he quedado con las ganas de conocer más sobre ese cuadro que llega a manos de Duarte y que tanto misterio guarda. Imaginarlo será mi único consuelo.



domingo, 1 de diciembre de 2013

"Los ángeles mueren por nuestras heridas" de Yasmina Khadra

 
 
Título: Los ángeles mueren por nuestras heridas
Autor: Yasmina Khadra
Editorial: Destino
Año edición: 2013
ISBN: 978-84-233-4708-7
Páginas: 384


Sinopsis

En la Argelia de entreguerras, el pueblo del joven Turambo desaparece sin dejar rastro tras un corrimiento de tierra. Su familia pierde todo lo que tenía, pero Turambo es un chico muy especial. No está dispuesto a dejarse llevar por la miseria y, mucho menos, a abandonar sus sueños. Un día alguien le dice que lo difícil no es forzosamente imposible, que lo único que hay que hacer para alcanzar la luna es ponerse en marcha, y así, Turambo emprende una apasionante aventura hacia lo que siempre ha deseado: una vida nueva en la ciudad «europea» de Orán.

Al llegar allí, sin saber muy bien cómo, una pelea callejera lo inicia en el mundo del boxeo, con la promesa de convertirse en una estrella mundial. Y aunque Turambo consigue gloria y dinero, ningún trofeo hace estremecer su alma como la mirada de una mujer. De Nora a Louise, de Aída a Irene, busca el sentido a su vida en un mundo en el que la ambición y el poder son los reyes absolutos, y no queda espacio para el amor. Éste será el principio de una vida marcada por la culpa, en la que perderá muchas de las cosas que antes creía importantes, pero descubrirá el valor de la amistad y el perdón, además de vivir una gran historia de amor.
 
[Sinopsis extraída de la página de la editorial] 
 
 
 
Opinión

Los ángeles lloran por nuestras heridas comienza en una cárcel de la Argelia colonial de la primera mitad el siglo XX. Cual Aureliano Buendía frente al pelotón de fusilamiento, Turambo espera la hora de su muerte como pago por un crimen del que el lector no tiene conocimiento. En esos últimos momentos, que ya presagian la fatalidad que marcará la vida del protagonista, rememora su biografía desde que de niño un corrimiento de tierra hiciese desaparecer su aldea y, con ella, a su padre. Turambo es un niño feliz pero por no tener, ni su nombre es suyo, sino el de su aldea, lugar que Turambo tendrá que dejar para irse a vivir a Graba, un gueto de Sidi Bel-Abbes, un lugar en el que "lo único que le quedaba a la gente por compartir era su desdicha" y en el que "nadie pagaba por sus crímenes ni por sus pecados, nos limitábamos a ser pobres". 
 
"Tenía once años que me sabían a once cadenas perpetuas.
Una maldición detenida en su nulidad, anónima como la tiniebla,
girando en vano como un tornillo pasado de rosca.
Si no veía en final del túnel era porque no existía; me limitaba a atravesar una noche
que no cesaba de reinventarse"
 
Su carácter tranquilo y sociable le granjeará buenos amigos: Ramdane, Gomri o Sid Roho.  Todos ellos buenos chicos víctimas de sus circunstancias. Pero la inocencia e ingenuidad del joven Turambo pronto se dará de bruces con una realidad sumamente dura y despiadada: niños convertidos en pequeños matones, homosexuales superados por la carga de tener que esconder su condición, prestamistas que cobran sus deudas con violaciones, ....
 
La realidad en la que vive Turambo es cruel y capaz de pervertir a cualquiera. Los jóvenes han de tener claro lo que quieren y, aún así, una sociedad que los aparta y discrimina hace que su sino la mayoría de veces esté escrito desde la cuna. Turambo no se resigna a ser un perdedor, a agachar la cabeza y conformarse con futuro que le espera. Estaba escrito, pero soy analfabeto, dice. Quiere ser el dueño de su propio destino. Sus amigos poco a poco van desapareciendo, cada uno abocados a un destino a cada cuál peor, y él cada vez tiene más problemas para ganarse la vida dignamente tal y como quisiera. Por eso decide trasladarse a Orán en busca de una vida mejor. Ansía tener una casa con una puerta que se cierre con llave y tenga un número encima. Ese es su máximo anhelo para él y los suyos. En Orán conocerá el éxito dedicándose al boxeo pero también el precio que hay que pagar por querer vivir como un europeo en un país que no perdona el pecado de ser musulmán en un país colonizado por los católicos. Las clases sociales están claramente delimitadas. Los europeos, inmigrantes franceses, españoles o italianos, componen principalmente las clases altas, cuyo nivel de vida está muy por encima de los argelinos de origen, que son los parias de una sociedad que trata a los musulmanes como escoria.

Tres nombres de mujer dan título a las tres etapas en la vida de Turambo en las que se divide el libro. Nora, Aïda e Irène. Tres mujeres que ocuparon el corazón del protagonista, y que por unas razones o por otras le dejaron heridas más fuertes que las del boxeo. Porque en Los ángeles mueren por nuestras heridas también hay amor. Amores complicados, amores inconvenientes, amores incondicionales. Y también hay amistad. Pero todo cubierto por ese manto que todo lo corrompe y estropea. Turambo es un chico orgulloso y honrado, digno y perseverante, que consigue abrirse camino en una sociedad que sólo le pone zancadillas y con la que mantiene un pulso que difícilmente puede ganar.
 
"Quien nace en el infierno no teme los volcanes"
 
El destino de Turambo es un poco el destino de todo su pueblo, el de un país luchador y orgulloso sometido a un poder externo. Yasmina Khadra, autor que firma con el nombre de su mujer, retrata con este libro la sociedad argelina de entreguerras vista desde muchos vértices, lo que nos permite tener una visión bastante extensa de toda una época y las circunstancias que la rodearon. Y se vale del boxeo, deporte que "igualaba" a todos encima de un ring, para mostrarnos lo duro que es sentirte extraño en tu propio país, el racismo de los colonos, la corrupción del dinero, la irracionalidad de algunas costumbres, el choque de religiones, la dureza de la guerra y sus devastadoras consecuencias.
 
La prosa de Khadra me ha fascinado y ha convertido a Los ángeles mueren por nuestras heridas en uno de los mejores libros que he leído este año, si no el mejor. Frases que en unas pocas palabras evocan mil sentimientos, que retratan miradas que traspasan el papel poniéndote los vellos de punta, que permiten que oigas el griterío de los vendedores al pregón que abarrotan la plaza del pueblo o que sientas el sol abrasador caer sobre la tierra baldía. Eso sólo lo pueden hacer los grandes escritores y me tengo que rendir ante el buen hacer de Khadra, que ha resumido en un libro todo un período histórico de su país, que ha dado voz a los excluidos, a los que sufrieron tanto y aún hoy en día lo hacen.  Un libro que nos hace reflexionar sobre las decisiones que tomamos en la vida, sobre la gente que dejamos en el camino, sobre la dificultad para salir del agujero negro de la pobreza y la marginación o sobre la crueldad de cualquier forma de sometimiento.

 
El sueño es el tutor del pobre, y su crítico. Nos coge de la mano y nos lleva consigo para, luego, tras habernos entretenido con mil promesas, dejarnos en la estacada. Es un listillo y un psicólogo muy fino: nos atrapa por el sentimiento del mismo modo que se pilla a un mentiroso; una vez que le hemos abierto nuestro corazón y nuestra mente, nos deja allí plantados, en plena desbandada, con la cabeza llena de viento y un agujero en el pecho... hasta que solo nos quedan ojos para llorar.
 



Reseña realizada para Momentos de silencio compartido por Lu de Mi mundo con dos lunas

Gracias a Destino por facilitarme el ejemplar.